martes, 1 de febrero de 2011

Somos un pueblo castrado

Manuel Padilla Muñoz.
Ya estoy harto, de recibir en mi correo electrónico proclamas, quejas, relatos, invitaciones a marchas, marchitas y mega marchas contra la inseguridad que se vive en México y afecta a la Comarca Lagunera y nuestros hogares.

Ya estoy cansado de quejas al Presidente de la República, a gobernadores y alcaldes pidiéndoles, ni siquiera exigiéndoles, que cumplan con su deber de brindarnos seguridad a nuestra persona, a nuestras familias y a nuestros bienes que para eso los elegimos y les pagamos.

Me llegan historias dramáticas y algunas hasta desgarradoras. No dudo ni un ápice que sean verdaderas, porque en este embate del crimen organizado la realidad supera a la ficción. Eso no dudo. Tienen toda la razón quienes se quejan por esta inédita ola de inseguridad.

Pero “Los pueblos tienen los gobiernos (y los políticos) que se merecen”. Y estos son los gobiernos y los políticos que nos merecemos. Porque, a final de cuentas “los elegimos nosotros” a pesar de sus corruptelas, robos, fraudes y delitos que han cometido y su innegable ineficiencia. Porque no hemos sabido defender la democracia, porque tenemos miedo a quienes detentan el poder, porque, aunque no lo queramos aceptar, somos un pueblo de castrados que no hemos sabido defender nuestro sistema democrático.

En México somos tan tontos que pagamos por nuestra propia subordinación. Nada más hay que ver como nos imponen más y más impuestos que sólo sirven para enriquecer a los políticos. Y los mexicanos, viendo la tele.

Mientras el gobierno sigue hundiendo a México en la más deplorable y extrema pobreza, endeudamiento y sigue entregando todas las riquezas y la economía del país a extranjeros a cambio de favores y millones de dólares para la clase rica del país ¿qué hacemos los mexicanos? Estamos viendo el fútbol y las telenovelas. Sigámosle.

El país esta viviendo la peor crisis de su historia, está hundido en el hambre y el desempleo peor que en una economía de postguerra, los políticos saquean al país hasta la médula, el gobierno sólo está para enriquecerse y para atender intereses extranjeros y de los ricos, ¿y que hace nuestro pueblo? Flojos, comodinos, conformistas. Nos estamos atacando entre nosotros. Claro, si yo estoy jodido, ¿cómo va a tener mi vecino algo mejor que yo? No, hay que rayarle el coche, hay que graffitiarle su barda, ¡Hay que ponerse en la madre entre jodidos!

Mientras se terminan los recursos naturales, el agua, el petróleo, los metales, etc. y todo, absolutamente todo se va al extranjero ¿qué hace el pueblo mexicano, ese pueblo tercermundista, mediocre? Seguimos consumiendo productos extranjeros en lugar de consumir los productos de nuestro propio país que generan empleo y activan la economía propia. ¡Despierta Mexicano!, compra en la tiendita y en los mercados, no vayas a Walmart ni a ninguna cadena de autoservicio en manos de extranjeros, mejor come sopes, tacos, o tortas en el puesto de la esquina, al menos morirás de colesterol y no morirás de hambre. Consume los productos hechos en México, ¿que no ves que a todos nos está cargando la chingada?

No es con marchas, con simples llamados a la unidad de los mexicanos, con los exhortos a los funcionarios públicos a cumplir con su deber que un día prometieron cumplir. No es elaborando desgarradores boletines y luego enviarlos por cientos de correos electrónicos para considerar el deber ciudadano cumplido.

No, la solución a nuestros problemas actuales es luchar verdaderamente contra una clase política fallida, verdaderas mafias enquistadas en todos los partidos políticos, que han encontrado la forma de enriquecerse mediante el oficio de la política considerando esto como la forma de prometer mucho y no trabajar, no brindar resultados, en vez de un servicio a la comunidad a la que pertenecen.

La forma ideal es luchar, con todas nuestras fuerzas, por el imperio de nuestras leyes, por eliminar de una vez por todas con la maldita impunidad, contra la corrupción, para que todos seamos iguales ante la ley y de esa manera podamos tener funcionarios públicos, verdaderamente electos por su capacidad, que sirvan al pueblo y no se sirvan de él para enriquecerse a la sombra del poder.

Defendamos a la verdadera democracia como si fuera nuestras vidas. El día que logremos esta unidad con acciones todos los mexicanos cambiarán nuestras expectativas de vida.

De otra forma, no tenemos derecho a quejarnos sino a soportar los gobiernos y políticos que nos merecemos. Si no lo hacemos, seremos la vergüenza de nuestros hijos que nos considerarán una generación de mexicanos castrados.

correspondencialag@hotmail.com

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