martes, 11 de mayo de 2010

Anécdotas de Café

Anécdotas de café No 19
Por Carlos Padillas Muñoz



Corría el año de 1973, en ese entonces trabajaba en el Departamento de Prevención Social Municipal, ahora Salud Municipal aquí en Torreón. Había sido coordinador general de la campaña del licenciado José Solís Amaro, quien al termino de la misma me dijo que a donde quería ir, por invitación del licenciado Enrique Riquelme Vidaurri, fui como Jefe de inspectores de ese departamento.
Cuando el alcalde solía divertirse acudía en compañía de algunos funcionarios municipales a una casa de citas ubicada por la avenida Hidalgo.
En una ocasión cuando llegamos a las oficinas de Prevención Social, ubicadas en aquel entonces en Juan Antonio de la Fuente y Allende para terminar la jornada, el velador nos dijo que un borracho estaba hablando diciendo que era el Presidente Municipal, el velador nunca creyó que eso era verdad y le contestó: “ Si usted es el Presidente Municipal, yo soy el gobernador de Coahuila”, al tiempo que soltaba tremenda y sonora carcajada.
- El borrachito pregunta insistentemente por usted Padilla.
- La próxima vez contestó yo, le dije acercándome al teléfono.
- El aparato no tardó en timbrar, tomé la bocina y al otro lado dijo una voz familiar.
- Quiubole grandote, ya terminaste de trabajar.
- Efectivamente era el alcalde Solís Amaro, la voz la conocía a leguas.
Siempre acudíamos varios inspectores y un policía para acompañar a los funcionarios, en ocasiones tuvimos que cerrar el local para que no hubiera mirones, por lo que pudiera suceder.
Una vez acudimos a una fiesta organizada por los maestros, el alcalde me dijo “jálate para la casa, vamos a seguirla, invita a tus amigos y amigas”.
El alcalde nos había dicho que estaba de soltero que la familia andaba de vacaciones, que nos divirtiéramos tranquilos.
Cuando la tertulia estaba en su apogeo, algunos funcionarios municipales bailaban como un verdadero streper, se abrió la puerta, lo primero que vi. fue a la señora Solís y otras señoras.
La fiesta terminó como rosario de amozoc, salimos por la puerta trasera y no quisimos averiguar el resultado de aquella fiesta frustrada.
A los pocos días me tocó acompañar al licenciado Solís Amaro a recibir al político Jesús Reyes Heroles, en aquel entonces líder del PRI, era el sexenio de Luis Echeverría.
Fue en el Hotel Palacio Real, en ese tiempo el más elegante de la ciudad, la reunión entre los dos políticos, padrino y ahijado político. El alcalde traía problemas y la prensa lo hostigaba diariamente.
“Mire licenciado en la política tiene que aprender a comer sapos y víboras sin hacer gestos, de lo contrario se pierde”, dijo Reyes Heroles con aquella parsimonia y sabiduría que lo caracterizaba como una verdadera enciclopedia en la política mexicana.










Solís Amaro había ganado la candidatura por la guerra de papel que protagonizaron Mariano López Mercado y Braulio Fernández Aguirre Jr. El Periódico LA OPINION publicaba diariamente cupones con las fotos de José Solís Amaro, Francisco Madero González, Braulio Fernández Aguirre y Mariano López Mercado.
Fue tanta la presión entre los grupos Braulista y Marianista, que la cúpula del PRI en México decidió fue fuera el que menos compropmisos tendía: Solís Amaro.
Ni el propio Solís lo creía, los seguidores de Mariano López Mercado organizaron la primera protesta en Saltillo, varios camiones con simpatizantes, pagados por López Mercado, se presentaron en la capital del estado, pero no hubo marcha atrás.
Yo me presenté en las oficinas del PRI al mediodía para saludar al licenciado Solís, quien había sido mi director en la P.V.C., y desde ese momento tomé el control de la campaña, apenas tenía 20 años.
No era ajeno a estos movimientos políticos, ya había participado en la campaña del candidato a diputado federal por el Segundo Distrito, Luis Horacio Salinas Aguilera, ahora prospero empresario de Saltillo.
Fue una campaña larga, casi tres meses, desde las 7 de la mañanas y las jornadas terminaban a la media noche, pero a esa edad no se siente el cansancio.
En esa campaña conocí a gente como Don Jesús Landeros a quien aprecio mucho en lo personal, era el dirigente de la CRT, Severo Ortiz de la Rosa, líder metalero y choferil, Leobardo Flores Ávila eterno líder de la CTM, Alfredo Maldonado Piña, dirigente de la CNC, Manlio Gómez Uranga dirigente de la CNOP, Braulio Fernández Jr., dirigente del PRI en Torreón y muchos políticos importantes como Juan Pablo Rodríguez dirigente del PRI en el estado, el propio Gobernador Eulalio Gutiérrez Treviño y al alcalde Juan Abusaid Rios, a quien me unió una estrecha amistad por el medio deportivo.
El licenciado José Solís Amaro tenía mucho futuro político, pero sus padrinos Enrique González Pedrero y Reyes Heroles dejaron de ser los mandamases del PRI a nivel nacional.
El exalcalde y exdirector de la PVC ocupó algunos puestos a nivel federal, pero su carrera política no prospero, además de que no era gente de Oscar Flores Tapia, quien era el nuevo gobernador de Coahuila.
A Solís Amaro le siguió en la alcaldía Panchito Madero, producto de una petición de su padre El General Raul Madero al Presidente Luis Echeverría, según dicen algunos políticos cercanos al mandatario federal.
Solís Amaro murió en esta ciudad hace unos diez años después de haber perdido su esposa Carmelita González de Solís, su hermano Héctor Solís Amaro y dos hijos, Carmelita y Cesar Solís González.
MORALEJA: Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario